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Las Bienaventuranzas

El presente apartado tiene como objetivo desarrollar, hasta donde nos sea posible, la idea que hemos sugerido como título: “Las bienaventuranzas: concreción del modo de ser de Jesús”. De acuerdo con el recorrido hecho hasta el momento y teniendo en cuenta que las bienaventuranzas condensan el programa de vida del Reino, consideramos que en ellas también se concreta el modo de ser de Jesús, ese decir, su ser creatural totalmente disponible y abierto a la acción creadora de Dios.

Para abordar el tema de las bienaventuranzas seguiremos el enfoque social de Juan Mateos en su libro: “El sermón del monte”. Abordaremos las bienaventuranzas según el evangelio de Mateo, pues Lucas tiene otras distintas, que necesitan una explicación muy diferente. El evangelista Mateo las presenta con una solemnidad extraordinaria, como inicio del Sermón del Monte.

1.1 Estructura de las Bienaventuranzas

El ser creatural a partir del cual se puede construir una sociedad nueva, por su total apertura al Dios creador lo concreta Jesús en las bienaventuranzas, en particular en las ocho que presenta el evangelio de Mateo (Mt 5,3-10). En ellas se formulan las condiciones indispensables para que se construya la nueva sociedad, la liberación que su existencia va efectuando en la humanidad, las nuevas relaciones que crea y la felicidad que proporciona.

En Mateo la estructura de las bienaventuranzas tiene la siguiente lógica: la primera y la última, ambas en presente (Mt 5,3.10), constituyen el marco para las otras seis. Las seis intercaladas se dividen en dos grupos: las tres primeras (2.ª, 3.ª y 4.ª), expresan en futuro el paso de una situación negativa a otra positiva (5:4-6: Del sufrimiento al consuelo, de la sumisión a la libertad, de la injusticia a la justicia). Las tres del segundo grupo (5.ª, 6.ª y 7.ª), expresan tres modos de ser o de actuar positivos a los que corresponden experiencias de Dios (5:7-9: Ayuda para los que ayudan, visión de Dios para los sinceros, condición de hijos de Dios para los que trabajan por la paz). A continuación ampliaremos más esta descripción de la estructura.

A. La opción

La primera bienaventuranza enuncia la primera condición indispensable que hace posible el Reinado de Dios, la opción por la pobreza (5,3: “Dichosos los que eligen ser pobres”), es decir, la renuncia a la riqueza y a la ambición de riqueza. Esta opción es la puerta de entrada al Reino de Dios, es decir, abre la posibilidad de una sociedad nueva, porque extirpa la raíz de la injusticia, la ambición de tener, y rompe con los “valores” sobre los que se sustenta la vieja sociedad.

La invitación de Jesús se hace en plural. No exhorta, por tanto, a una pobreza individual y ascética, sino a una decisión personal que ha de vivirse dentro de un grupo humano, constituyendo así el germen de la nueva sociedad. En ese ámbito se crean nuevas relaciones entre Dios y los hombres y entre los hombres mismos. Siguiendo el lenguaje metafórico, Dios reina sobre los hombres comunicándoles su Espíritu-vida, estableciendo la nueva relación padre-hijo. De ese Espíritu, compartido por todos, nace la solidaridad-amor que asegura tanto el sustento material como el pleno desarrollo personal.

B. Efecto liberador

En las tres bienaventuranzas siguientes (2.ª a 4.ª), se describe el efecto que la existencia de comunidades que hayan hecho esa opción tendrá en la humanidad pobre y oprimida. La existencia de una alternativa abre la posibilidad de solución e irá suscitando en la sociedad un movimiento liberador. En el nuevo tipo de relación humana, los oprimidos verán una esperanza y encontrarán una alternativa a su situación.

La liberación se expresa de tres maneras: los que sufren por la opresión podrán salir de ella, es decir, pasarán a otra situación donde no hay motivo de sufrimiento (Mt 5:4: “porque ellos encontrarán el consuelo” (Cfr. Is 61,1); los sometidos, los que han sido reducidos a la impotencia arrebatándoles los medios de subsistencia, heredarán la tierra, es decir, gozarán de plena libertad e independencia (Mt 5:5; Cfr. Sal 37:11); los que ansían esa justicia verán colmada su aspiración (Mt 5:6).

Es de notar que la liberación de los oprimidos está en función de la existencia de comunidades que vivan la alternativa y puedan ofrecerla. Jesús no hace una planificación de masa; quiere, en cambio, que se formen grupos o comunidades donde, por la renuncia al deseo de riqueza, se vivan ya las nuevas relaciones humanas de solidaridad y libertad. Jesús no es un teórico, quiere praxis inmediata.

C. Labor de la comunidad

Las bienaventuranzas 5.ª a 7.ª, exponen las actitudes y objetivos que presiden el trabajo por la nueva humanidad. Son los rasgos propios de la comunidad de Jesús como consecuencia de su opción por la pobreza, que son, al mismo tiempo, rasgos de la humanidad nueva que a partir de ella se irá formando.

De hecho, después de abrir el horizonte de la liberación, las bienaventuranzas describen la labor de la comunidad, que crea a su vez la verdadera relación con Dios. La comunidad se caracteriza por la solidaridad activa (Mt 5:7: “Dichosos los que prestan ayuda”), por la sinceridad de conducta que nace de la ausencia de ambiciones y que permite un trabajo en el que no se busca para nada el propio interés (5:8: “Dichosos los limpios de corazón”) y, finalmente, por la tarea crucial de procurar la felicidad de los hombres (5:9: “Dichosos los que trabajan por la paz”), que resume su misión en el mundo. Esta tarea se corresponde con la saciedad de justicia expresada en la cuarta bienaventuranza: la labor de la comunidad nueva debe ser ayudar a crear un mundo justo en el que los hombres sean libres y felices.

Esta manera de ser y de comportarse establece con Dios una relación que se describe con tres rasgos: los que practican la solidaridad experimentarán la solidaridad de Dios con ellos (5:7: “porque ellos van a recibir ayuda”), los que son transparentes por su sinceridad experimentarán la presencia inmediata y continua de Dios en su vida (5:8: “porque ellos van a ver a Dios”), los que trabajan por la felicidad humana tendrán experiencia de Dios como Padre y lo harán presente en el mundo (5:9: "porque Dios los va a llamar hijos suyos”).

D. Fidelidad y persecución

La octava y última bienaventuranza enuncia la segunda condición para el Reino, la fidelidad a la opción inicial, desafiando la persecución de que será objeto la comunidad por parte de una sociedad que no tolera la emancipación de los oprimidos ni el trabajo en favor de ellos (Mt 5:10: “Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad”).

La fidelidad a la opción inicial, a pesar de la hostilidad que ésta provoca, expresa la coherencia de la conducta con dicha opción. Excluye, por tanto, todo lo que la desvirtúa y mantiene la plena ruptura con los fundamentos de toda sociedad injusta. Esa coherencia se vive dentro de una comunidad que, por los valores que profesa, se opone diametralmente a la injusticia que impera en la sociedad, y cuya existencia y actividad socava los principios sobre los que ésta se cimenta. Nada tiene de extraño que la sociedad reaccione con todos sus medios, incluida la violencia, e intente suprimir el estilo de vida que se deriva de la opción por la pobreza.

De este modo, Jesús invita a romper con el sistema injusto y a esforzarse por crear una nueva relación humana, sin la cual es imposible la relación auténtica con Dios. Jesús proclama “hijos de Dios” a los que procuran la felicidad de los hombres, mostrando así que Dios es incompatible con la opresión, el sometimiento y la injusticia. Por eso Jesús, presencia de Dios en la tierra, vive su ser creatural ubicándose al lado los explotados y humillados por la sociedad; con esto se juega su prestigio; es evidente que los poderosos tomarán partido contra Jesús. Pero también Dios mismo se juega su prestigio; el Dios creador no será aceptado por los opresores de la tierra o por los que están en su favor; éstos se buscarán otros dioses, compatibles con su ambición de poder.

1.2 Las Bienaventuranzas = Ser creatural.

1.2.1 "Dichosos los que eligen ser pobres" (5:3).

En esta traducción llama la atención que suele traducirse por "bienaventurados los pobres de espíritu". Sin embargo, elegimos la palabra "dichosos" porque "bienaventurado" es una palabra que se lee sólo en el Evangelio y no es una palabra de la conversación común. Se podría decir también "felices".

La palabra "pobre" en al Antiguo Testamento tiene una tradición grandísima, y son los pobres sociológicos, los que no tienen nada. Pero ahora, el complemento que tiene aquí se suele traducir por "de espíritu". Esa preposición "de", como no existe preposición en griego, sino un dativo, se puede interpretar de dos maneras: o un dativo de aspecto -"pobres en el espíritu"-, o un dativo de causa -"pobres por el espíritu"-. Hasta aquí todo parece claro, pero no lo es, porque está implícita una antropología, la antropología semita, presente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

Para el Antiguo Testamento la interioridad del hombre es su inteligencia, su voluntad y su sentimiento. Esta interioridad puede ser: activa o dinámica, y estática. Un acto de voluntad es la interioridad dinámica, o un acto de intuición, o un pronto de sentimiento. En cambio, una disposición habitual (por ejemplo, una persona que es amable) es interioridad estática, no dinámica. Una convicción que alguien tiene, que pertenece al terreno de la inteligencia, es estática, no dinámica, como también lo es un propósito o un hábito que se lleva toda la vida.

De manera que los semitas distinguen muy bien las dos cosas, y a la interioridad estática (las convicciones, los hábitos de actuar, etc.) le llaman "corazón", mientras que a la interioridad dinámica le llaman "espíritu". Así, un acto de inteligencia es "espíritu"; un acto de voluntad, que es la decisión, es "espíritu", así como un pronto de sentimiento (por ejemplo, un suspiro) es "espíritu". Como se trata de una opción, por lo tanto se trata de un acto de voluntad por el cual el hombre elige el estado de pobreza. En este sentido, la traducción literal sería "dichosos los pobres por decisión" y, puesto más elegante "dichosos los que eligen ser pobres".

Esto es lo que significa la primera Bienaventuranza, una opción por la cual decimos "para mí, el acumular dinero no es ningún valor; no quiero acumular dinero". El pobre de las bienaventuranzas es alguien que comprende que solamente mediante esta opción se elimina la injusticia del mundo y, por lo tanto, quiere hacer la opción para no ser cómplice de ninguna injusticia. Se es pobre voluntario cuando se hace una opción contra la injusticia del mundo. El hecho de estar bajo el Reinado de Dios, de estar en esa esfera donde Dios muestra su amor, evita las consecuencias negativas de la pobreza.

Ahora bien, Dios reina comunicando su espíritu. El Reinado de Dios es la actividad de Dios por la que él comunica su amor. De manera que los que están bajo su Reinado, están en la atmósfera del Espíritu de Dios. De esta forma se origina una sociedad nueva, una comunidad humana, donde las relaciones están inspiradas en el amor y la entrega, desterrando consigo la miseria y la dependencia. Es ahí donde se encuentra la verdadera libertad, porque ya no se está sujeto al hilo del dinero, y no se es esclavo del capital. Se encuentra la verdadera libertad, la verdadera alegría. Donde Dios reina no puede haber miseria, donde Dios reina no puede haber falta de libertad, que es la dependencia de otro. Por eso Jesús dice "dichosos...".

Jesús viene a hacer que el hombre sea feliz desde aquí, que viva a plenitud su ser creatural, totalmente abierto a la acción creadora de Dios, a la manera como él lo está viviendo. Por tanto, que experimente ya en la tierra lo que es el amor a Dios, que pueda desarrollarse plenamente según el proyecto creador que busca hacernos hijos a imagen de Jesús, en medio de una sociedad donde el hombre no es libre, donde el hombre está oprimido, donde está ahogado, y así, no puede desarrollarse, está mutilando su propia vida. Por lo tanto, lo que Jesús viene a gestar es una humanidad nueva, totalmente abierta a la acción creadora de Dios. Para eso ha venido.

No se trata de una utopía de puro futuro, sino de presente y futuro, porque desde la vida compartida en pequeñas comunidades es donde se ve otro modo de vivir, donde la persona puede ser libre, estar alegre, y ser hermano de todos, y tener plena confianza en que nadie le va a poner una zancadilla y que, cuando le haga falta algo, todos van a echarle una mano. Cuando se vea esa nueva posibilidad, habrá mucha gente que querrá seguir la experiencia. Por este motivo es una utopía realizada. En pequeño, pero realizada. Jesús quiere que empecemos hoy.

Además, Según Juan Mateos, “es una utopía por hacer posible que esa experiencia se extienda a toda la humanidad. De manera que, cuando se habla de la primera bienaventuranza como opción necesaria para hacer parte del Reinado de Dios, se trata de una sociedad nueva, esto no es para “salvarme yo”. Por esta razón, al rico aquel que, cuando Jesús le recordó los mandamientos, le dijo: Ya los he cumplido todos, Jesús le dice: Pues, entonces, te falta una cosa. Si quieres acceder al Reinado de Dios, es otra cosa. Es necesario dar un paso más. Tú no puedes ser rico (Cfr. Mt 19:16-22). Son dos cosas distintas, una cosa es ser bueno, que se puede ser muy bueno y salvarse, y otra es decir: Aquí vamos a construir una sociedad nueva.”

1.2.2 "Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra" (5:4).

Esta bienaventuranza no está tomada de Isaías, sino del salmo 37. Es la que se suele traducir por "los mansos", que suena un poco raro. En realidad hay que estudiar el salmo 37 para ver qué significa. La palabra del salmo 37 en hebreo es la misma de los "pobres", pero el griego le ha dado el sentido que se deduce del contexto, y que es los que carecen de independencia y libertad, los que están sometidos a otros.

Existía en Israel una legislación utópica, pues parece que casi nunca se llevó a la práctica, aunque está en los libros del Antiguo Testamento, en la cual se repartía la tierra de manera que cada familia tuviera su pequeño patrimonio, lo suficiente para vivir, y con eso se aseguraba la libertad, la autonomía y la dignidad de todos los componentes del pueblo. Cada uno era autosuficiente, era independiente y, por lo tanto libre. Esto parece que nunca llegó a existir pero, de hecho, en la época en que podemos ya controlar más la historia, la época de la Monarquía, está clarísimo que se había acabado. Primero, los reyes y los grandes de la corte empezaron a acumular propiedad y así se continuó de manera que, ya en tiempos de los profetas, Isaías dice: "Maldito el que añade campo a campo; maldito el que añade casa a casa y no deja espacio para nadie en el país" (Is. 5:8). Y esto en el siglo VIII antes de Cristo.

En tiempos de Jesús la realidad seguía igual, la injusticia era enorme. Precisamente el salmo 37 trata de calmar a los que protestan porque los han despojado de su terreno. Al que tenía una pequeña fuente de subsistencia, que era su pequeña propiedad, se la habían quitado los más grandes, los más listos, los más ricos, y lo habían dejado sin nada. Y, entonces, estaban sometidos, eran siervos de los terratenientes. No tenían ni independencia ni libertad. Y el salmista lo que pretende es consolar a esta gente diciendo que ya Dios lo arreglará.

Pero Dios no lo arregla. En tiempos de Jesús la cosa seguía igual. Y Jesús dice que se arregla así. La frase del salmo dice: "Ellos poseerán tierra". Sin artículo, es decir, un terreno. El evangelista pone: "ellos poseerán la tierra". El salmo habla de cada familia; el evangelista habla de los sometidos, en general. Ya no es poseer un pedazo de tierra, como pensaba el Antiguo Testamento, sino que la tierra pasa a ser un símbolo. La tierra entera, que es como la tierra prometida. No es que se trate de que entre todos poseamos la tierra, como propiedad para cultivarla, sino que poseer la tierra todos en común es el símbolo de la libertad, de la autonomía e independencia de todos los hombres. O sea, los que estaban sometidos, los oprimidos, los que sufren la opresión, van a encontrar su libertad y su independencia. Y todo es efecto progresivo de la Historia del Mensaje del Evangelio. O debe serlo porque, hasta ahora, tampoco se ha visto ya que difícilmente han surgido comunidades cristianas al estilo de la primera bienaventuranza.

1.2.3 "Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo" (5:5).

"Los que sufren" es una expresión tomada de Isaías 61, como la primera bienaventuranza. En este pasaje de Isaías viene una preciosa frase, que se repite en otros evangelios también, en la que dice "El Espíritu de Dios sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos” (Lc 4:18-19). La primera bienaventuranza corresponde a la Buena Noticia a los pobres. Que los pobres ya van a ser dichosos porque esa pertenencia al Reinado de Dios va a suprimir todas las connotaciones negativas de la pobreza, que son la miseria y la dependencia. No hay miseria ni dependencia para los que son pobres por decisión. Se crea una sociedad nueva, donde esa comunión, esa solidaridad, ese poner en común las cosas, hace que nadie pase necesidad y nadie sea dependiente.

En Isaías esta frase se refiere a Sión, es decir, a Israel, aunque, naturalmente, en las Bienaventuranzas eso queda universalizado y ya no se trata del pueblo de Israel, sino de la Humanidad entera. Allí, lo que sufre Israel es la opresión: "Cambiará su luto en fiesta"... El luto es la opresión: Israel está sometido, está subyugado por otros pueblos mayores que él, y dentro de Israel existe una enorme injusticia. Hay una clase poderosa, rica, y hay un proletariado, miserable. Pues esto es lo que va a cambiar. Estos son los que sufren, los que sufren la opresión. Se trata de la opresión, según el texto de Isaías donde se inspira la Bienaventuranza.

De manera que aquí tenemos que los oprimidos van a ser dichosos. ¿Por qué? Porque van a encontrar el consuelo. Ese sufrimiento va a ser aliviado, consolado, suprimido. ¿Cómo será posible? Ya dijimos que el Reinado de Dios da origen a una sociedad alternativa, diferente, una sociedad propia del hombre, una sociedad donde los hombres son solidarios, son iguales, son libres, son hermanos bajo un mismo Padre. Ahora bien, la opción presente en la primera bienaventuranza constituye la comunidad cristiana, que es el lugar donde Dios reina y, una vez que existe esa comunidad cristiana, empieza el proceso liberador de la humanidad, que es una prioridad. Y la liberación es hacer posible que la gente pase de un estado negativo, que es el estado de opresión, de la falta de libertad, de injusticia, a un estado positivo donde exista la libertad, la autonomía, la justicia, el amor, la solidaridad, etc. Por tanto, lo que está diciendo el Evangelista es que el hecho de que empiece a existir por opción de la primera Bienaventuranza ese grupo humano, donde los valores mencionados ya son realidad, eso permitirá que la gente pueda encontrar un lugar de toda situación de injusticia.

La comunidad cristiana es el espacio donde los que sufren pueden encontrar el consuelo que necesitan, donde se acaba la opresión. De manera que, a medida que las comunidades cristianas van creando ese ambiente de solidaridad, de compartir, de la igualdad, etc., la gente que estaba oprimida deja de sufrir, porque ya no está oprimida, se ha liberado. La opresión está causada por un sistema económico-político, y esa gente se sale de ese sistema para entrar en otro. En lugar del sistema del dominio, está el sistema de la igualdad; en lugar del sistema de la acumulación del dinero, está el sistema del repartir, de la igualdad económica.

Las comunidades tienen que existir, y existen en virtud de la primera opción y, una vez que existen, tienen que anunciarlo, ser testimonio como Jesús. No se trata de imponer, convencer, sino de anunciar: "Señores, existe otra posibilidad, y aquí está a la vista. Vengan y lo verán". Y empieza el proceso liberador del hombre. De manera que no se trata de milagros, sino de la extensión de las comunidades cristianas, porque ya se ve que es posible. Si nosotros anunciamos esto sólo teóricamente, nos dirán que es una utopía, que es precioso, pero que no se puede llevar a cabo. Por eso, Jesús quiere que lo hagamos hoy; la utopía realizada hoy.

En pequeñas comunidades, como ya lo dice Jesús, en la parábola del "grano de mostaza" (Cfr. Mt 13:31-33), que apenas se ve, pero que va creciendo hasta hacerse un arbolito. Ya sabe él muy bien que siendo, además, una opción libre, no van a ser muchos los que empiecen, sabe muy bien que eso no va a ser nunca el árbol que cubra el universo entero o, por lo menos, no lo describe así. Dice que se hará un arbolito que subirá por encima de las acelgas y de las demás hortalizas de la huerta. Pero que se verá. Y dice: "Y allí pueden venir a poner su nido todos los pájaros del cielo". Esto está tomado de la profecía de Ezequiel, y los pájaros significan los paganos. Estos vendrán porque encontrarán aquí ese ideal de libertad y de justicia.

De manera que la idea de Jesús es que esa pequeña utopía se realice hoy para que se vea que es posible, para que se cree un espacio donde Dios reine en el mundo, y desde ahí salga una actividad de proclamación, una actividad de testimonio, que va a ir cambiando la situación de la humanidad, en el sentido de que los oprimidos, los que sufren, van a encontrar el consuelo. Se acabó la opresión.

1.2.4 "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos van a ser saciados" (5:6).

Esta bienaventuranza resume a las otras dos utilizando una metáfora fuerte: "hambre y sed". Quiere decir que, sin justicia, el hombre no puede vivir. La vida en la injusticia es de muertos en vida. Lo mismo que el que no tiene que comer y no tiene que beber se muere, el que no tiene justicia es un muerto en vida. Esa es una vida que no es digna de vivirse. Y esta situación de injusticia resume las dos anteriores, y otros aspectos de la injusticia que se pueden presentar en el mundo. "Justicia" es aquí, naturalmente, la justicia entre hombre y hombre. La Justicia supone igualdad, supone dignidad, ser tratado como persona, supone libertad, autonomía, derecho a decidir por uno mismo, en fin, todo lo que constituye una persona humana.

Pero ¿Cómo hacer posible este ideal de comunidad? ¿Cómo poder entender esa renuncia al dinero en esta sociedad de hoy? ¿Cómo podemos entender esa solidaridad de unos con otros? ¿Cuáles son los canales? Esto hay que pensarlo, porque de las mismas Bienaventuranzas no se pueden sacar normas claras, ya que las circunstancias varían. Suponiendo el Espíritu, que es el deseo de hacerlo, el deseo de entrega, vamos a ver, con el talento que Dios nos ha dado, cómo lo llevamos a la práctica. Y luego, ya formada la comunidad, cómo esa comunidad puede incidir de alguna manera para que sea real esta liberación de la injusticia que el Señor propone, y que el Señor dice que tiene que ser efecto de esta comunidad. Esto hay que pensarlo dialogando, y hay que pensarlo imaginando, proponiendo, y hay que pensarlo experimentando. Y, si una cosa no resulta, probaremos de otra manera, pero por algún lado hay que empezar.

Las tres bienaventuranzas siguientes: quinta, sexta y séptima son las que expresan una situación positiva. Se refieren a la comunidad en su vida interior, su disposición interior. Las tres anteriores, refirieron situaciones negativas, el efecto que va a producir la existencia de la comunidad a plazo más o menos largo, y en una extensión más o menos grande, según las comunidades cristianas que haya.

1.2.5 "Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda" (5:7).

Esto se traducía por los "misericordiosos", pero no se trata de un mero sentimiento, sino de una ayuda. Como aquellas "obras de misericordia corporales", dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir a desnudo, etc. Esa es la bienaventuranza, Por lo tanto, se trata de prestar ayuda. "Dichosos los que prestan ayuda". Esta es la disposición de la comunidad.

"Porque ellos van a recibir ayuda". Dios ayuda a la comunidad que ayuda. De manera que no tengan miedo de ayudar, porque él nos ayuda. Aquí hay una acción directa de Dios en la comunidad misma. Una de las maneras como la comunidad va a ir haciendo esa acción liberadora que se ha descrito antes, es por su deseo y su práctica de prestar ayuda. Y, en eso, no tengan miedo, porque hay una promesa detrás: "porque ellos recibirán ayuda".

1.2.6 "Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios" (5:8).

Su antecedente veterotestamentario lo encontraremos claramente en el Salmo 24: 4-5 (4: “El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura”. 5: “Él logrará la bendición de Yahveh, la justicia del Dios de su salvación”). El corazón es la interioridad de la persona considerada en su aspecto estático, o sea, permanente. "Limpio" es igual a "puro", aunque para nosotros es mejor decir "limpio", porque "puro" tiene demasiadas connotaciones. La persona que tiene el corazón "limpio" es la que no abriga mala intención para nadie. De hecho, el mismo Mateo lo explica, cuando dice que "lo que sale del corazón es lo que mancha al hombre, porque del corazón salen las malas ideas, los malos designios..." (Cfr. 15:11-20), y ya enumera una serie de cosas. De manera que las malas intenciones internas producen una serie de actos que son los que manchan al hombre. Lo que se hace con mala idea o con mala intención.

Por tanto, el corazón "limpio" es el que no tiene mala idea, ni mala intención contra nadie. Es de una benevolencia, de una disposición positiva y favorable para todo el mundo. No hay miedo de que esta persona nos traicione, ni nos ponga una zancadilla, ni tenga un propósito oculto de explotación que no aparece en lo que dice. Precisamente, esa transparencia, esa sinceridad, esa autenticidad es la que, realmente, hace que la comunidad sea diferente. Porque el mundo no suele ser así. En el mundo todo son segundas intenciones, propósitos inconfesados, para ver cómo aprovecharse del prójimo. Aquí es todo lo contrario. Es el comportamiento transparente y sencillo que caracterizó a Jesús.

La promesa que se hace en esta ocasión es que "verán a Dios". La primera de este grupo -"dichosos los que prestan ayuda" - se refería al acto exterior de la comunidad. Acto exterior hacia otros; entre ellos y hacia otros. Esta ya va a lo interior, es la disposición interior. Al acto exterior corresponde el acto de Dios que también podemos llamar exterior: "reciben ayuda". Pero aquí, estamos en una disposición interior, que se traduce inmediatamente en conducta, porque uno actúa como es por dentro. Si uno por dentro es complicado, enrevesado, con mala intención, los actos que produzca serán así. Si uno por dentro es sencillo, pacífico, amoroso, lo que le salga será eso. A la larga se ve enseguida. Y esta bienaventuranza dice que, a esa disposición de amor interior hacia los demás, corresponde la visión de Dios. Esos van a tener una experiencia directa e inmediata de Dios en su vida.

1.2.7 "Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ellos los va a llamar Dios hijos suyos" (5:9).

Esta bienaventuranza reúne las dos anteriores, pero aquí lo que hay que entender es el concepto de "paz", que es necesario interpretarlo según el mundo de ideas hebreo. La "paz" no es solamente lo que nosotros llamamos que no haya guerra. La paz significa la prosperidad, las buenas relaciones humanas, el derecho y la justicia. Es decir, la felicidad del hombre. No solamente que haya dos reconciliados. Por supuesto, eso entra, pero entra sobre todo el concepto de prosperidad, tranquilidad, excelente relación humana, hermandad, derecho y justicia. Es la felicidad.

"Dichosos los que trabajan por la felicidad de los hombres, porque a ellos los llamará Dios hijos suyos". La razón es porque hijo es el que se comporta como su padre. En el lenguaje de los evangelios hijo no es solamente el que nace del vientre de la madre, sino el que se parece a su padre, el que asume comportamientos propios de su padre. Ese es el hijo. El que no se comporta como su padre no es su hijo, aunque haya nacido de él.

Por esta razón, Dios, a los que trabajan por la felicidad del hombre, los va a llamar hijos suyos. Porque todo el interés de Dios es la felicidad de los hombres y, a los que la hacen posible, los va a llamar hijos suyos. Y "llamarles" significa que lo son y que son reconocidos como tales, ya que "llamar", en este lenguaje griego-semítico, significa ser algo y ser reconocido como tal. Por tanto, a éstos va a llamarlos Dios hijos suyos pero, además, van a ser reconocidos como hijos de Dios, es decir, van a irradiar al mundo lo que es la imagen del verdadero Dios.

1.2.8 "Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey" (5:10).

Esta última bienaventuranza, como anotamos al inicio, está en paralelo con la primera porque, al igual que ella, está en presente. Además, éstas dos son las más paradójicas de todas. "Dichosos los que eligen ser pobres" y "dichosos los que viven perseguidos" son dos enormes paradojas.

“Aquí en la traducción, hay que explicar el "vivir perseguidos", porque la forma griega significa eso: un estado continuo, y la última palabra -la "fidelidad"- se suele traducir por la "justicia", pero no es la justicia; significa la "justa relación con alguien". Puede ser la relación de vida con Dios o la relación de vida con el hombre. La relación que debemos a Dios es la fidelidad y la relación que debemos al hombre es la de justicia u honradez. De manera que la traducción de esta palabra depende del contexto: porque la palabra es muy amplia y, según el contexto en que se use, así hay que traducirla. Aquí se trata de la fidelidad a Dios que, al mismo tiempo, es la fidelidad al hombre, pero es la fidelidad a ese compromiso primero que se ha hecho, a esa opción de la primera bienaventuranza.”

Inmediatamente después, Jesús va a ampliar esta bienaventuranza, aplicándosela ya directamente a los discípulos y, entonces, les dice: "Dichosos ustedes cuando les persigan por causa mía". Esa fidelidad por causa suya, es la fidelidad a Jesús, la fidelidad a su mensaje, la fidelidad al compromiso hecho en la primera bienaventuranza, a esa opción por la pobreza, a ese renunciar a la idolatría del dinero que implica elegir entre dos dioses -el Dios verdadero, el Padre, o el dinero, la idolatría-, mantenerse en esa opción es mantenerse en la fidelidad a Dios.

De esta manera, cuando una comunidad rechaza, niega -no solamente de palabra, sino con su práctica- los valores en que se funda la sociedad existente, que son la ambición del dinero, del honor y del poder, evidentemente esa comunidad, en cuanto empiece a notarse, se hace enormemente molesto para esa sociedad y, por tanto, será perseguido. Lo persigue de una manera o de otra, dependiendo de las épocas, de los regímenes, etc. Por tanto, de una forma o de otra viene la persecución.

Por lo tanto, la comunidad cristiana, naturalmente, tiene que chocar con todo régimen político, porque profesa una serie de valores que la hacen ser diferente, alternativa. Sin embargo, hay que ser realistas y saber que en una sociedad donde la gente no ha hecho opción por los demás, sino por su propio egoísmo -como la que tenemos aquí y en cualquier parte del mundo-, una sociedad donde cada uno busca sólo su interés y su lucro personal, naturalmente tiene que haber alguien que asegure un mínimo de convivencia. Eso está claro. De manera que, no es que el cristiano sea un utópico en el sentido de decir que "hay que suprimir todo poder, toda economía de mercado, todo capital ahora mismo", ya que eso no se puede, porque la nueva sociedad, ésta que Jesús propone y cuya norma son las Bienaventuranzas, se hace por opción personal y libre.

¿Por qué dice que "ellos tienen a Dios por rey?” Porque ellos experimentan el Reinado de Dios sobre ellos. De manera que, en medio de esa persecución más o menos cruenta, más o menos molesta, siempre hay una alegría particular, porque se tiene la experiencia de que Dios está con nosotros. Por tanto, no hay que deprimirse; es más, es el éxito de la comunidad. Esto no quiere decir que haya que procurar atraer persecuciones: nada de atraérselas, sino sencillamente vivir de esta manera y, si vienen, es buena señal, aquí estamos, pues eso significa que se está haciendo "daño" a la sociedad injusta.

Aquí acaban las ocho bienaventuranzas a través de las cuales se expresa el ser creatural de Jesús y por tanto de todo ser humano auténtico que desde su apertura a Dios, busca la creación de una sociedad nueva. La alternativa que Jesús propone desde su vivencia de las bienaventuranzas es una sociedad fundada sobre valores tales como: el compartir, la igualdad, el servicio, la entrega, y la solidaridad humana profunda, tan profunda que puede llegar a dar la vida por los demás. Esta comunidad, empieza por una opción libre, nunca por imposición, y esta opción se hace en virtud del sentimiento de justicia que se tenga.

Si no se quiere ser cómplice de esa injusticia que se produce por la acumulación de riqueza de toda clase, dinero, cultura etc.; si se tiene dinero, es necesario ver cómo compartirlo, cómo ser solidario, de qué manera conseguir que el dinero ya no sea el centro de la vida. Si se tiene cultura, habrá que ver cómo ponerla al servicio de los demás. No se trata de ser inculto si los demás lo son: no se trata de identificarse con la miseria, sino de solidarizarse con la miseria, que no es lo mismo. Algunas veces se dice "Jesús se identifica con los más pobres y miserables"; pero no se identifica. El nunca es pobre ni miserable. Es pobre porque no tiene dinero, pero nunca sufre pobreza, ni sufre hambre, ni sufre miseria, porque él está en la alternativa: aunque no haya dinero, no haya capital, no existe nunca miseria, como dice la bienaventuranza. Jesús no se identifica, se solidariza con los pobres para hacer que salgan de ahí. Por eso pone la metáfora del médico: éste no se hace enfermo con el enfermo, sino que procura que salga de su mala situación.

Cuando esta actitud empieza a darse, cuando esta comunidad empieza a trabajar, recordemos que trabajar es aliviar el sufrimiento de los oprimidos (2ª bienaventuranza) o es procurar que el hombre que está sometido y dependiente tenga su autonomía o que, de cualquier manera, reine la justicia para los que tienen hambre y sed de justicia. Este grupo se presenta ante la sociedad como gente que está dispuesta a prestar ayuda, sabiendo que Dios se las va a prestar a ellos. Gente transparente, sincera, auténtica, que no busca nunca su propio provecho, ni tiene segunda intención y que se dedica a trabajar por la felicidad de los demás. Y entonces, si existe ese grupo con esta dedicación, poquito a poco se irá haciendo la liberación del hombre. Y, si no, pues no se hará. Porque Dios está detrás de todo, ¡claro! pero él cuenta con nuestra libertad y nuestra colaboración. Y, si nosotros no queremos colaborar..., su acción queda suspendida. Dios es amor y, por tanto va derramando su torrente de amor, pero ese amor será eficaz si nosotros lo ponemos en circulación, si le abrimos canales; si no los tiene, se queda impotente.

Contenido:
1. Las Bienaventuranzas: concreción del modo de ser de Jesús. 1
1.1 Estructura de las Bienaventuranzas 1
A. La opción 2
B. Efecto liberador 2
C. Labor de la comunidad 3
D. Fidelidad y persecución 3
1.2 Las Bienaventuranzas = Ser creatural. 4
1.2.1 "Dichosos los que eligen ser pobres" (5:3). 4
1.2.2 "Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra" (5:4). 6
1.2.3 "Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo" (5:5). 8
1.2.4 "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos van a ser saciados" (5:6). 10
1.2.5 "Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda" (5:7). 10
1.2.6 "Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios" (5:8). 11
1.2.7 "Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ellos los va a llamar Dios hijos suyos" (5:9). 12
1.2.8 "Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey" (5:10). 13"

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